miércoles, 14 de noviembre de 2007

Yo como Super Heroe

Your results:
You are Wonder Woman
























Wonder Woman
70%
Green Lantern
65%
Supergirl
65%
Spider-Man
60%
Superman
60%
Robin
55%
Catwoman
55%
Hulk
55%
The Flash
50%
Batman
40%
Iron Man
40%
You are a beautiful princess
with great strength of character.


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viernes, 28 de septiembre de 2007

viernes, 21 de septiembre de 2007

La mujer de mi hermano



Ignacio sospecha que su mujer se está acostando con su hermano menor; toma como indicios, entre otras cosas, su mal humor y lo evasiva que está con él. Sin embargo, dichos síntomas no son causados por una infidelidad, sino por el hastío que genera en Zoe el percatarse de la monotonía y la modorra en las que ha caído su matrimonio. Ignorante de ello, Ignacio se tortura pensando en la relación que existe entre su esposa y su hermano.

Conforme avanza la historia, Zoe divaga sobre su relación con Ignacio. Cae en cuenta de que siente seguridad y estabilidad con él, pero necesita algo más, cierta alegría y energía presentes en el inicio del matrimonio y que ya no están. La vida sexual de la pareja funge como paralelo perfecto del desarrollo de la relación. Ella cree que Ignacio ya no la ama.

La historia comienza a desencadenarse cuando Ignacio escucha casualmente a través del teléfono una conversación entre Zoe y Gonzalo luego de haber hablado con su esposa hacía unos minutos y de que ella le dijese que estaba con una amiga. En dicha conversación Zoe y Gonzalo intercambian un par de comentarios irónicos acerca de Ignacio. Cuando llega a casa en la noche y mientras Zoe duerme, Ignacio iracundo toma un cuadro que ella le había comprado a Gonzalo y lo arroja a la piscina. A la mañana siguiente, indignada y entristecida por el hecho, Zoe acude donde Gonzalo en quien encuentra consuelo y empatía. Esa misma noche Ignacio se disculpa con Zoe.

Dias después Ignacio llama a Gonzalo buscando aclarar las cosas. Gonzalo contesta de mala manera e Ignacio adopta un carácter conciliador durante la conversación que es terminada por Gonzalo con indiferencia. Ignacio indignado y eufórico por la actitud de su hermano, lo llama de nuevo para insultarlo y amenazarlo. Gonzalo responde a esta agresión llamando a Zoe para invitarla a su apartamento, donde hablan sobre Ignacio y coquetean un poco. Para Zoe su relación con Ignacio está en un punto crítico y sólo puede pensar en cuánto desea a Gonzalo. A partir de este momento, comienza en Zoe la lucha interna entre quedarse en la comodidad y seguridad de su hogar con Ignacio, o arriesgarlo todo y vivir una aventura amorosa con Gonzalo. Ella escoge lo segundo.

Una tarde, luego de haber dormido juntos, Zoe y Gonzalo conversan sobre por qué la relación entre ella e Ignacio se había deteriorado de la forma en que lo hizo. Gonzalo lanza un comentario que repercutiría en Zoe: Ignacio es homosexual. Después de pensarlo mucho, Zoe escribe una carta en su ordenador explicándole a Ignacio sus sentimientos y diciéndole que ama a otro hombre, sin embargo, luego de hablar con Gonzalo, éste la convence de no entregársela a su esposo. Una mañana, Zoe pregunta a Ignacio si él es homosexual, él responde que no, y ella insiste repreguntando. Antes de ir al trabajo, convencido de que fue Gonzalo quien plantó esas dudas en su esposa, Ignacio va a su departamento, donde le increpa vehementemente sobre lo sucedido. Gonzalo responde a ello acusando a Ignacio de haberlo violado cuando eran niños. Ignacio lo acusa de mentiroso y se va fuiroso. Gonzalo rompe a llorar y recuerda todo lo sucedido.

Zoe toma una decisión: dejar a Ignacio y no ver a Gonzalo, desaparecer unos días. Empaca sus cosas y se muda a una habitación en un lujoso hotel. Deja una nota a Ignacio diciéndole que pasará unos días en casa de sus padres. Horas más tarde, al encontrar la nota (sumada a la carta escrita por Zoe que Ignacio encontró el en ordenador), Ignacio enfurece, él está seguro que Gonzalo y Zoe tienen una aventura. Ya en el hotel, Zoe pasa unos días de relajo, hasta que cae en cuenta que está embarazada. Ella se lo cuenta a Gonzalo, quien responde iracundo instándola a abortar. Ignacio se encuentra en una desayuno de trabajo en el mismo hotel donde está hospedada Zoe y, de casualidad, ve a Gonzalo salir de un elevador. Ignacio pregunta en la recepción por Zoe y descubre que ella está hospedada en ese hotel. Ignacio en forma de venganza manda a Zoe unas flores con una nota felicitando a Gonzalo y a ella (por la relación, el ignora el embarazo de Zoe).

Zoe se siente confundida. Va al departamento de Gonzalo y le trasmite su decisión de tener al bebé. Gonzalo se niega a asumir responsabilidad alguna y propone a Zoe mentirle a Ignacio diciéndole que él es el padre. Zoe, impactada por la decisión de Gonzalo regresa a su hotel. Ahí recibe un paquete de Ignacio con un teléfono celular y una nota explicando que guardados en el discado rápido del teléfono están los números de él y de Gonzalo. En su casa, Gonzalo recibe un paquete de características similares. Zoe acude a una clínica para hacerse un aborto, pero a último momento, se arrepiente.

Zoe llama a Ignacio y él responde con naturalidad, ella le pide que la visite en el hotel. Ya ahí, conversan tranquilamente e Ignacio le dice que la ama por sobre todo y que perdona su infidelidad (dentro de sí piensa que le está diciendo a Zoe lo que ella quiere oír). Ella le confiesa que ya no existe relación alguna entre ella y Gonzalo, y que está embarazada. Ignacio acoge a Zoe, sabiendo dentro de sí que el bebé no es suyo. Zoe le dice que quiere tener al bebé y que nunca más volverá con Gonzalo. Ignacio admite ante Zoe que la relación entre ellos ya no existe, pero la invita a seguir viviendo en su casa y se ofrece a ser el padre del niño. Y ocurre entonces la confesión más esperada: Ignacio le dice que le tiene que confesar algo que le da mucha pena, le gustan los hombres y le advierte a Zoe que si acepta esa situación, siguen juntos. Entre llantos, Zoe acepta y le dice "es lo justo".

La novela termina con el nacimiento del niño. Ignacio manda un correo electrónico a Gonzalo con las fotos del bebé contándole que por fin él y Zoe han podido ser padres y mandándole cariños. Gonzalo ignorante de todo lo que pasó pronuncia las últimas palabras de la novela: El tonto de Ignacio creyó que es su hijo.

viernes, 14 de septiembre de 2007

The Pursuit of Happyness


Chris Gardner (Will Smith) vivía en San Francisco, donde se dedicaba a vender a médicos y hospitales unos escáners que a pocos les interesaba। Pero tenía que venderlos, porque era su trabajo y porque había llenado su apartamento de ellos. A su esposa Linda (Thandie Newton) no le hacía mucha gracia: vendía poco y ganaba menos, por lo que ella terminaba cargando con el peso económico de la familia.
Chris más o menos se encargaba de llevar y recoger a su hijo Christopher a la escuela, pues no tenía un horario fijo. Pero andaba constante e infructuosamente buscando un empleo mejor y en esas carreras no podía cumplir con sus tareas. Inevitablemente, Linda se cansó de la situación y se fue de la casa. Pero Chris exigió quedarse con su hijo, con el cual tenía una excelente relación, y a pesar de lo complicado de ocuparse de vender las máquinas, buscar trabajo y cuidar al niño. Justamente en la pared de la escuela vio el graffiti de la palabra happiness (felicidad), pero mal escrito: happyness। Y ese era su objetivo en la vida, ser feliz, como manda la constitución de los Estados Unidos.

The Pursuit of Happyness narra las desventuras de este hombre, cuya falta de un ingreso mensual fijo provocó que no le renovaran el alquiler y se viera de un momento a otro sin casa... y con su hijo a cuestas. También perdió su auto, porque no tenía dinero para pagar las multas por estacionarse indebidamente. Una historia conmovedora y dramática hasta las lágrimas, que sin embargo es contada con pinceladas cómicas, de manera que el sufrimiento resulta menos difícil de digerir. Y una moraleja sobre la lucha contra la adversidad y los frutos de la perseverancia.

Chris Gardner no perdió las esperanzas y siguió cuidando a su hijo, compartiendo con él alegrías y tristezas. Aunque sus solicitudes de empleo eran archivadas, él insistió y abordó a los ejecutivos responsables. Fue así como de casualidad, resolvió en unos pocos minutos el cubo mágico -que ya había practicado con su hijo- delante de uno de ellos y lo impresionó de tal manera, que logró un internado en la compañía.

Lo malo es que el internado era sin sueldo y para competir por un puesto, entre varios. La película lo va conduciendo a uno por un espinoso camino en el cual es imposible contener el llanto, sobre todo en la escena en la que, al no encontrar lugar en el albergue para los desamparados, Chris y su hijo tienen que dormir en un baño público. Este hombre nunca perdió la esperanza y no paró hasta lograr lo que buscaba, así que al menos podemos esperar un final feliz, pero hay que seguir el camino y aprender que no hay mal que dure cien años.

Una cita esencial es el consejo que alguna vez Chris le da a su hijo: "No permitas que nadie te diga que no puedes hacer algo. Si tienes un sueño, debes protegerlo. Si quieres algo, anda y consíguelo. Punto".

viernes, 20 de julio de 2007

PRIMER CAPITULO HARRY POTTER AND THE DEATHLY HALLOWS



El Ascenso del Mago Oscuro


Los dos hombres aparecieron de la nada, a unas yardas de distancia en un sendero angosto e iluminado por la luna. Por un segundo se quedaron quietos, apuntándose con las varitas el uno al pecho del otro: luego, habiéndose reconocido, las guardaron bajo sus capas y se pusieron a caminar, lado a lado, en la misma dirección.
- ¿Alguna novedad?-preguntó el más alto de los dos.
-La mejor.-respondió Snape.
El sendero estaba bordeado a la izquierda por matorrales silvestres de lento crecimiento, a la derecha con un alto y pulcramente recortado seto. Las largas capas de los hombres flameaban alrededor de sus tobillos mientras marchaban.
-Aunque podría ser tarde, -dijo Yaxley, sus rasgos fofos entraban y salían de la vista cuando las ramas de los árboles colgantes interrumpían la luz de la luna-. Fue un poco más engañoso de lo que pensaba. Pero espero que esté satisfecho. Pareces confiar en que tu recepción será buena.
Snape asintió, pero no se explicó. Giraron a la derecha, a un amplio camino de acceso en el que desembocaba el sendero. El alto seto se curvaba alejándose de ellos, extendiéndose en la distancia más allá del par de impresionantes verjas de hierro que interrumpían el camino de los hombres. Ninguno de ellos dio un paso; en silencio ambos alzaron sus brazos izquierdos en una especie de saludo y pasaron a través del metal oscuro que era humo.
Los arbustos amortiguaban el sonido de los pasos de los hombres. Se oyó un susurró en algún lugar a su derecha; Yaxley sacó su varita, de nuevo probó no ser nada más que un pavo real blanco, pavoneándose majestuosamente a lo largo de lo alto del seto.
-Lucius siempre se lo tuvo muy creído. Pavos reales… -Yaxley metió su varita de vuelta bajo su capa con un resoplido.
Una hermosa casa solariega surgió en la oscuridad al final del recto camino, con luces destelleando en las ventanas con forma de diamante del piso inferior. En algún lugar del oscuro jardín más allá del seto una fuente estaba en funcionamiento. La grava crujió bajo sus pies cuando Snape y Yaxley se apresuraron hacia la puerta principal, que se abrió hacia adentro ante su aproximación, aunque no había nadie visible que la abriera.
El vestíbulo era grande, pobremente iluminado, y suntuosamente decorado, con una magnífica alfombra que cubría la mayor parte del suelo de piedra. Los ojos de los retratos de caras pálidas en las paredes siguieron a Snape y Yaxley mientras los pasaban a grandes zancadas. Los dos hombres se detuvieron ante una pesada puerta de madera que conducía a la siguiente habitación, dudando durante el espacio de un latido de corazón, entonces Snape giró la manilla de bronce.
El estudio estaba lleno de gente silenciosa, sentada a lo largo de una mesa ornamentada. El mobiliario usual de la habitación había sido empujado descuidadamente contra las paredes. La iluminación provenía de un rugiente fuego bajo una hermosa chimenea de mármol trasmontada por una ventana dorada. Snape y Yaxley se demoraron un momento en el umbral. Cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz, fueron atraídos hacia adelante por los extraños rasgos de la escena de una figura humana aparentemente inconsciente que colgaba bocabajo sobre la mesa, revolviéndose lentamente como suspendida por una cuerda invisible, y reflejada en el espejo y en la desnuda y pulida superficie de la mesa de abajo. Ninguna de las personas sentadas bajo esta singular visión estaba mirándola excepto por un joven pálido sentado casi directamente bajo ella. Parecía incapaz de evitar mirar hacia arriba a cada minuto o así.
-Yaxley, Snape, -dijo una voz alta y clara desde la cabecera de la mesa-. Llegáis convenientemente tarde.
El que hablaba estaba sentado directamente ante el fuego, así que fue difícil, al principio, para los recién llegados divisar algo más que su silueta. Cuando se acercaron, sin embargo, su cara brilló a través de las sombras, sin pelo, con aspecto de serpiente, con rajas por nariz y brillantes ojos rojos cuyas pupilas eran verticales. Estaba tan pálido que parecía emitir un brillo perlado.
-Severus, aquí, -dijo Voldemort, señalando el asiento a su inmediata derecha-. Yaxley… junto a Dolohov.
Los dos hombres ocuparon sus lugares asignados. La mayoría de los ojos alrededor de la mesa siguieron a Snape, y estaban posado en él cuando Voldemor habló primero.
-¿Y?
-Mi Señor, La Orden del Fénix tiene intención de trasladar a Harry Potter de su actual lugar seguro el próximo Sábado, al anochecer.
El interés alrededor de la mesa se agudizó palpablemente. Algunos se tensaron, otros se inquietaron, todos miraban fijamente a Snape y Voldemort.
-Sábado… al anochecer, -repitió Voldemort. Sus ojos rojos se fijaron en los negros de Snape con tanta intensidad que algunos de los observadores apartaron la mirada, aparentemente temerosos de que ellos mismos resultaran quemados por la ferocidad de la mirada. Snape, sin embargo, devolvió la mirada tranquilamente a la cara de Voldemort y, después de un momento o dos, la boca sin labios de Voldemort se curvó en algo parecido a una sonrisa.
-Bien. Muy bien. Y esta información proviene de…
-… de la fuente que hemos discutido, -dijo Snape.
-Mi Señor.
Yaxley se había inclinado hacia adelante para mirar mesa abajo hacia Voldemort y Snape. Todas las caras se giraron hacia él.
-Mi Señor, yo he oído algo diferente.
Yaxley esperó, pero Voldemort no habló, así que siguió,
-A Dawlish, el Auror, se le escapó que Potter no será trasladado hasta el día treinta, la noche antes de que el chico cumpla diecisiete.
Snape estaba sonriendo.
-Mi fuente me dijo que plantarían un falso rastro; este debe ser. Ni dudo de que Dawlish está bajo un Encantamiento Confundus. No sería la primera vez; se sabe que es susceptible.
-Te aseguro, mi Señor, que Dawlish parecía bastante seguro, -dijo Yaxley.
-Si estaba Confundido, naturalmente que estaría seguro, -dijo Snape-. Yo te aseguro, Yaxley, que la Oficina de Aurores no tomará parte en la protección de Harry Potter. La Orden cree que tenemos infiltrados en el Ministerio.
-La Orden tiene razón en algo entonces, ¿verdad? -dijo un hombre bajo y grueso sentado a corta distancia de Yaxley; soltó una risita silbante que resonó allí y a lo largo de la mesa.
Voldemort no rió. Su mirada había vagado hacia arriba hasta el cuerpo que se revolvía lentamente en lo alto, y parecía estar perdido en sus pensamientos.
-Mi señor, -siguió Yaxley-. Dawlish cree que toda una partida de Aurores se ocupará de trasladar al chico…
Voldemort alzó una larga mano blanca, y Yaxley se calló al instante, observando resentido como Voldemort volvía a girarse hacia Snape.
-¿Dónde van a ocultar al chico a continuación?
-En la casa de un miembro de la Orden, -dijo Snape-. El lugar, según la fuente, ha sido equipado con cada protección que la Orden y el Ministerio juntos han podido proporcionar. Creo que habrá poca oportunidad de cogerle una vez esté allí, mi Señor, a menos, por supuesto, que el Ministerio haya caído antes del próximo Sabado, lo cual podría darnos la oportunidad de descubrir y deshacer los suficientes encantamientos como para romper el resto.
-Bien, ¿Yaxley? -llamó Voldemort mesa abajo, la luz del fuego iluminaba extrañamente sus ojos rojos-. ¿Habrá caído el Ministerio para el próximo Sábado?
Una vez más, todas las cabezas se giraron. Yaxley cuadró los hombros.
-Mi Señor, tengo buenas noticias sobre ese punto. He… con dificultad y después de grandes esfuerzos… tenido éxito al colocar una Maldición Imperius sobre Pius Thircknesse.
Muchos de los sentados alrededor de Yaxley parecieron impresionados; su vecino, Dolohov, un hombre con una larga y retorcida cara, le palmeó la espalda.
-Es un comienzo, -dijo Voldemort-. Pero Thicknesse es solo un hombre. Scrimgeour debe estar rodeado por nuestra gente antes de que yo actue. Un atentado fallido contra la vida del Ministro me hará retroceder un largo tramo del camino.
-Si… mi Señor, eso es cierto… pero ya sabe, como Jefe del Departamente de Refuerzo de la Ley Mágica, Thicknesse tiene contacto regular no solo con el propio Ministro, sino también con los Jefes de todos los demás departamentos del Ministerio. Será, creo yo, fácil ahora que tenemos a un oficial de tan alto rango bajo nuestro control, subyugar a los otros, y después podemos trabajar todos juntos para someter a Scrimgeour.
-Mientras nuestro amigo Thicknesse no sea descubierto antes de convertir al resto, -dijo Voldemort-. En cualquier caso, parece improbabe que el Ministerio vaya a ser mío antes del próximo Sábado. Si no podemos tocar al chico en su destino, debemos hacerlo mientras viaja.
-Tenemos ventaja ahí, mi Señor, -dijo Yaxley, que parecía decidido a recibir alguna porción de aprobación-. Ahora tenemos a varias personas plantadas dentro del Departamento de Transporte Mágico. Si Potter se Aparece o utiliza la Red Flu, lo sabremos inmediatamente.
-No harán ninguna de las dos cosas, -dijo Snape-. la Orden está esquivando cualquier forma de transporte que esté controlada o regulada por el Ministerios; desconfían de todo lo que tenga que ver con ellos.
-Todavía mejor, -dijo Voldemort-. Tendrá que salir a campo abierto. Más fácil de tomar, con mucho.
De nuevo Voldemort levantó la mirada hacia el cuerpo que se revolvía lentamente mientras seguía,
-Me ocuparé del chico en persona. Se han cometido demasiados errores en lo que a Harry Potter concierne. Algunos de ellos han sido míos. Que Potter viva se debe más a mis errores que a sus triunfos.
La compañía alrededor de la mesa observaba a Voldemort aprensivamente, cada uno de ellos, por su expresión, temiendo que pudieran ser culpados por la continuada existencia de Harry Potter. Voldemort, sin embargo, parecía estar hablando más para sí mismo que para ninguno de ellos, todavía dirigiéndose al cuerpo inconsciente sobre él.
-He sido descuidado, y así me he visto frustrado por la suerte y la oportunidad, demoleroras de nada más y nada menos que de los planes mejor trazados. Pero ahora soy más listo. Entiendo lo que no entendía antes. Debo ser yo quien mate a Harry Potter, y lo haré.
Ante esas palabras, aparentemente en respuesta a ellas, sonó un repentino aullido, un terrible y desgarrador grito de miseria y dolor. Muchos de los sentados ante la mesa miraron hacia abajo, sobresaltados, por el sonido que había parecido surgir de debajo de sus pies.
-Colagusano, -dijo Voldemort, sin cambiar su tono tranquilo y pensativo, y sin apartar los ojos de cuerpo que se removía arriba-. ¿No te he dicho que mantuvieras a nuestro prisionero tranquilo?
-Si, m…mi Señor, -jadeó un hombrecillo en mitad de la mesa, que había estado sentado tan abajo en su silla que ésta había parecido, a primera vista, estar desocupada. Ahora se revolvió en su asiento y salió a toda prisa de la habitación, no dejando tras él nada más que un curioso brillo plateado.
-Como estaba diciendo, -continuó Voldemort, mirando de nuevo a las caras tensas de sus seguidores-. Ahora soy más listo, necesitaré, por ejemplo, tomar prestada la varita de uno de vosotros antes de ir a matar a Potter.
Las caras a su alrededor no mostraron nada menos que sorpresa; podría haber anunciado que quería coger prestado uno de sus brazos.
-¿Ningún voluntario? -dijo Voldemort-. Déjadme ver… Lucius, no veo razón para que sigas teniendo una varita.
Lucius Malfoy levantó la mirada. Su piel parecía amarillenta y cerosa a la luz del fuego, y sus ojos estaban hundidos y sombríos. Cuando habló, su voz era ronca.
-¿Mi Señor?
-Tu varita, Lucios. Exijo tu varita.
-Yo…
Malfoy miró de reojo a su esposa, que estaba mirando directamente hacia adelante, tan pálida como él, su largo pelo rubio colgaba por su espalda, pero bajo la mesa sus dedos esbeltos se cerraron brevemente sobre la muñeca de su esposo. Ante su toque, Malfoy metió la mano en la túnica, retirando una varita, y pasándosela a Voldemort, que la sostuvo en alto delante de sus ojos rojos, examinándola atentamente.
-¿Qué es?
-Olmo, mi Señor, -susurró Malfoy.
-¿Y el centro?
-Dragón… nervio de corazón de dragón.
-Bien, -dijo Voldemort. Sacó su propia varita y comparó sus longitudes. Lucius Malfoy hizo un movimiento involuntario; durante una fracción de segundo pareció como si esperara recibir la varita de Voldemort a cambio de la suya. El gesto no le pasó por alto a Voldemort, cuyos ojos se abrieron maliciosamente.
-¿Darte mi varita, Lucius? ¿Mi varita?
Algunos de los miembros de la multitud rieron.
-Te he dado tu libertad, Lucius, ¿no es suficiente para ti? Pero he notado que tú y tu familia parecéis menos felices que antes… ¿Qué hay en mi presencia en tu casa que te disguste, Lucius?
-Nada… ¡nada, mi Señor!
-Que mentiroso, Lucius…
La suave voz pareció sisear incluso después de que la cruel boca hubiera dejado de moverse. Uno o dos de los magos apenas reprimieron un estremecimiento cuando el siseo creció en volumen; algo pesado podía oirse deslizándose por el suelo bajo la mesa.
La enorme serpiente emergió para escalar lentamente por la silla de Voldemort. Se alzó, pareciendo interminable, y fue a descansar sobre los hombros de Voldemor; su cuello era más grueso que el muslo de un hombre; sus ojos, con sus rajas verticales por pupilas, no parpadeaban. Voldemort acarició a la criatura ausentemente con largos dedos finos, todavía mirando a Lucius Malfoy.
-¿Por qué los Malfoy parecen tan infelices con su suerte? ¿No es mi retorno, mi ascenso al poder, lo que profesaban desear durante tantos años?
-Por supuesto, mi Señor, -dijo Lucius Malfoy. Su mano temblaba cuando se limpió el sudor del labio superior-. Lo deseabamos… lo deseamos.
A la izquierda de Malfoy su esposa hizo un extraño y rígido asentimiento, sus ojos evitaban a Voldemort y a la serpiente. A su derecha, su hijo, Draco, que había estado mirando fijamente hacia arriba al cuerpo inerte en lo alto, miró rápidamente hacia Voldemort y apartó la mirada una vez más, aterrado de hacer contacto ocular.
-Mi Señor, -dijo una mujer oscura en mitad de la mesa, su voz sonaba constrecnida por la emoción-, es un honor tenerte aquí, en la casa de nuestra familia. No puede haber mayor placer.
Sentada junto a su hermana, tan diferente a ella en aspecto, con su pelo oscuro y ojos pesadamente perfilados, como lo era en aguante y comportamiento; donde Narcissa se sentaba rígida e impasible, Bellatrix se inclinaba hacia Voldemort, como si las meras palabras no pudieran demostrar su anhelo de estar más cerca.
-No hay más alto placer, -repitió Voldemor, su cabeza se inclinó un poco a un lado mientras evaluaba a Bellatrix-. Eso significa mucho, Bellatrix, viniendo de ti.
La cada de ella se llenó de color, sus ojos se inundaron de lágrimas de deleite.
-¡Mi Señor sabe que no dijo mas que la verdad!
-No hay más alto placer… ¡ni siquiera comparado con el feliz evento que, según he oído, ha tenido lugar esta semana en tu familia!
Ella le miró, con los labios separados, evidentemente confusa.
-No sé lo que quieres decir, mi Señor.
-Estoy hablando de tu sobrina, Bellatrix. Y la vuestra, Lucius y Narcissa. Se acaba de casar con el hombrelobo, Remus Lupin. Debéis estar orgullosos.
Hubo una explosión de risas socarronas alrededor de la mesa. Muchos se inclinaron hacia adelante para intercambiar miradas divertidas, unos pocos golpearon la mesa con los puños. La gran serpiente, disgustada por el disturbio, abrió la boca de par en par y siseó furiosamente, pero los mortífagos no lo oyeron, tan jubilosos como estaban ante la humillación de Bellatrix y los Malfoy. La cara de Bellatrix, tan recientmente ruborizada de felicidad, se había vuelto de un feo y manchado rojo.
-No es prima nuestra, mi Señor, -gritó sobre el regocijo-. Nosotros… Narcissa y yo… nunca volvimos a ver a nuestra hermana desde que se casara con el sangresucia. Esa mocosa no tiene nada que ver con ninguna de nosotras, ni ninguna bestia con la que se haya casado.
-¿Qué dices tú, Draco? -preguntó Voldemort, y aunque su voz era queda, fue llevada claramente a través de silbidos y risotadas-. ¿Harás de canguro a los engendros?
El regocijo creció; Draco Malfoy miraba aterrorizado a su padre, que bajaba la mirada a su propio regazo, entonces captó la mirada de su madre. Ella sacudió la cabeza casi imperceptiblemente, después reasumió su propia mirada impasible hacia la pared opuesta.
-Ya basta, -dijo Voldemort, acariciando a la furiosa serpiente-. Ya basta.
Y la risa murió al instante.
-Muchos de nuestros más antiguos árboles familiares se han vuelto un poco descuidados con el paso del tiempo, -dijo cuando Bellatrix le miró fijamente, sin aliento e implorante-. ¿Qué debes podar y qué no para mantenerlo saludable? Cortas aquellas partes que amenazan la salud del resto.
-Si, mi Señor, -susurró Bellatrix, y sus ojos se inundaron de nuevo con lágrimas de gratitud-. ¡A la primera oportunidad!
-Debes hacerlo, -dijo Voldemort-. y en tu familia, al igual que en el mundo… debemos cortar el cáncer que nos infecta hasta que solo los de la sangre auténtica permanezcan…
Voldemort alzó la varita de Lucius Malfoy, apuntándola directamente a la figura que se revolvía lentamente suspendida sobre la mesa, y le dio una pequeña sacudida. La figura volvió a la vida con un gemido y empezó a luchar contra ataduras invisibles.
-¿Reconoces a nuestra invitada, Severus? -preguntó Voldemort.
Snape alzó los ojos a la cara que estaba bocabajo. Todos los mortifagos estaban mirando hacia la cautiva ahora, ya que se les había dado permiso para mostrar curiosidad. Cuando volvió la cara hacia la luz del fuego, la mujer dijo con voz rota y aterrada.
-¡Severus! ¡Ayúdame!
-Ah, si, -dijo Snape cuando la prisionera volvió a girar lentamente hacia otro lado.
-¿Y tú, Draco? -preguntó Voldemort, acariciando el hocico de la serpiente con la mano libre de la varita. Draco sacudió la cabeza tirantemente. Ahora que la mujer había despertado, parecía incapaz de seguir mirándola.
-Pero no tendrás que asistir a sus clases, -dijo Voldemort-. Para aquellos de vosotros que no lo sepáis, nos reunimos aquí esta noche por Charity Burbage quien, hasta recientemente, enseñaba en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.
Se produjeron pequeños ruidos de comprensión alrededor de la mesa. Una mujer ancha y encorvada con dientes puntiagudos cacareó.
-Si… la profesora Burbage enseñaba a los hijos de brujas y magos todo sobre los muggles…. como no son tan diferentes a nosotros…
Uno de los mortifagos escupió en el suelo. Charity Burbage volvió la cara de nuevo hacia Snape.
-Severus… por favor… por favor.
-Silencio, -dijo Voldemort, con otro golpe de la varita de Malfoy Charity cayó en silencio como amordazada-. No me alegra la corrupción y contaminación de las mentes de niños magos, la semana pasada la Profesora Burbage escritió una apasionada defensa de los sangresucia en el Profeta. Los magos, dijo, deben aceptar a ladrones de su conocimiento y magia. La mengua de los purasangre es, dice la Profesora Burbage, una circunstancia de lo más deseable…. Haría que todos nosotros nos emparejáramos con muggles… o, sin duda, con hombreslobo…
Nadie rio esta vez. No había duda de la furia y el descontento en la voz de Voldemort. Por tercera vez, Charity Burbage se revolvió para enfrentar a Snape. Corrían lágrimas desde sus ojos hasta su pelo. Snape le devolvió la mirada, impasible, mientras ella giraba otra vez lentamente.
-Avada Kedavra.
El destello de luz verde iluminó cada esquina de la habitación. Charity cayó con un resonante golpe sobre la mesa de abajo, que tembló y se partió. Varios de los mortífagos saltaron hacia atrás en sus sillas. Draco cayó fuera de la suya hasta el suelo.
-La cena, Nagini, -dijo Voldemort suavemente, y la gran serpiente se balanceó y se deslizó de su hombro hasta el suelo pulido.

jueves, 19 de julio de 2007

Charlie And The Chocolate Factory





"El que no cree en la magia nunca la encontrará"

La cita pertenece a Roald Dahl, quien por el año 1964 escribió una historia infantil que lograba enseñar muchísimo de una manera muy entretenida: Charlie y la fábrica de chocolate, un cuento que hereda la magia de los Hermanos Grimm, pero también deja clara la vocación docente del autor. Todo un Best Seller, que hasta la fecha ha logrado vender más de 13,5 millones de ejemplares alrededor del mundo, con traducciones a más de 32 idiomas.

La historia se centra en las aventuras de Charlie, un niño de buen corazón que viene de una familia muy pero muy pobre, que cada noche antes de dormirse mira por la ventana de su habitación la gran fábrica de golosinas perteneciente a Willy Wonka। Después, entre sueños, se proyecta imaginariamente en su interior.

Recogiendo este éxito, y basándose en esta novela fantástica de Dahl, el director de cine Tim Burton, creador de películas tan peculiares como "El joven manos de tijeras" y "El gran pez", junto a Zanuck /Plan B y Warner Bros, en asociación con Village Roadshow Pictures, decidieron realizar una adaptación cinematográfica.

Ya en el año 1971 la historia había sido adaptada por Mel Stuart, en una versión que fue protagonizada por Gene Wilder como Willy Wonka y Peter Ostrum como Charlie Bucket, el niño pobre que gana un premio para entrar a la fábrica de chocolates de Wonka. En esa oportunidad el propio Roald Dahl se encargó del guión.

En la versión 2005 es Johnny Deep el protagonista, quien interpretará a Willy Wonka, mientras que Freddie Highmore interpreta a Charlie Bucket। Junto a ellos están también Helena Bonham Carter, James Fox y Dominique Gerrard.

Con una trama llena de fantásticos efectos, maravillosos paisajes y escenografías coloridas, el director Tim Burton le imprimió su sello personal, para lo cual formó una ingeniosa maquinaria capaz de producir una infinidad de delicias y dulces. Así, el filme logra atrapar a partir de una fantástica historia llena de giros inesperados, que tiene la gracia de "invocar" el sueño de todo niño: explorar el origen de los confites y chocolates.

¿Pero sabías que ésta no es la única obra de Roald Dahl que ha sido adaptada al cine? ¿Te suena Matilda?... Con Danny De Vito, cuenta los avatares de una inteligente niña amante de la lectura, y que es percibida con extrañeza e indiferencia por su familia. A esta adaptación se suman otras: "James y el Melocotón Gigante" (1996), "La Maldición de las Brujas" (1990), "The BFG" (1989), "Punto de Ruptura" (1989), "Danny, Campeón del Mundo" (1989), "Tales of the Unexpected" (1979).

A partir de los años ´60, Roald Dahl se volcó principalmente a escribir literatura infantil y juvenil. Su primer libro para niños fue "Los Gremlins", que publicó en el año 1943. Murió en el año 1990 a causa de una leucemia, cuando tenía 74 años.

¡Sorpresas y más sorpresas!

Todo se centra entonces en la curiosidad del pequeño Charlie. Él, junto a todos los niños del planeta, se están preguntando por qué durante 15 años nunca nadie ha visto entrar o salir a ningún trabajador de aquella fábrica. Esto, tomando en cuenta que grandes cantidades de chocolates se fabrican allí, además de otras exquisitas golosinas, que luego se distribuyen por todo el mundo.

Un día, el maestro chocolatero de la enigmática fábrica, Willy Wonka, anuncia que abrirá su famosa fábrica para revelar todos sus secretos y magia। Un detalle: sólo aquellos que tengan la suerte de encontrar los cinco billetes dorados dentro de las barras de chocolate que produce su empresa, tendrán la suerte de poder conocer este mundo de golosinas.

Supuestamente la idea de Wonka - quien está alejado de su familia hace mucho tiempo - es elegir un heredero para su imperio de golosinas.

A la familia de Charlie le encantaría verlo ganar uno de los cinco cupos. Sin embargo, sabe que no hay muchas posibilidades. Pero cuando las noticias de niños que encuentran los billetes dorados dentro de los chocolates Wonka, llegan de varios lugares del mundo, y cuando todo parece perdido, un golpe de suerte cambia la fortuna de Charlie.

Tras encontrar dinero tirado entre la nieve, compra un chocolate con merengue. Y allí lo encuentra, el quinto y último billete dorado, que le sirve de pasaporte para visitar la fábrica de Willi e iniciar un alucinante recorrido junto a los otros cuatro singulares ganadores, para descubrir un mundo totalmente ajeno a su cotidiana realidad.

En el maravilloso viaje por este mundo, los niños se darán cuenta que quienes realmente mueven el engranaje del sabor son los alegres grupos de enanos Oompa - Loompa, quienes trabajan entre montañas de chocolate derretido, junto a una espumosa cascada de chocolate líquido.

Otros se desplazan por un río de chocolate, en unos botes fabricados de caramelo cristalizado. Así, de un momento a otro, se muestra un submundo lleno de árboles de caramelos, cubiertos de pasto con sabor a menta azucarada y plantas de malvaviscos de cerezas con crema y dulces.

Pero no todo se termina allí, y las sorpresas que esconde aquella fábrica van surgiendo cuando avanza la historia. La curiosidad del pequeño protagonista y sus compañeros de aventura conduce hasta el núcleo central de la historia, para dilucidar quién es el verdadero Willy Wonka, por qué dedicó su vida a fabricar dulces, cuál es la finalidad del concurso, dónde se esconde la llave que da vida a la fábrica y en qué manos quedará el futuro del imperio de las golosinas.